Tiene la forma de un recipiente ovalado. Se coloca un palo largo de madera en la pequeña cavidad superior y se sujeta con cuerdas a las cuatro asas que rodean el instrumento.
Utilizado en la ceremonia de circuncisión y ritos tradicionales que evocan al cocodrilo. Durante las ceremonias, un hombre sujeta el palo para levantar y dejar caer violentamente el instrumento sobre la superficie del agua alojada en un gran agujero excavado en la tierra, produciendo un sonido muy fuerte. El intérprete con su instrumento, así como el gran orificio, se encuentran ocultos de la multitud. Los sonidos producidos se consideran la voz del cocodrilo.
A diferencia del tambor de agua africano, que tradicionalmente ha sido tocado por mujeres, el tambor de agua de Papúa Nueva Guinea está rigurosamente reservado para los hombres.