Sus cuerdas se pellizcan con los dedos, aunque también pueden tocarse con un plectro de cuero, en forma de punta de lanza, llamado dehenizâ.
La afinación del instrumento es grave y sus melodías generalmente suenan una octava por debajo de la voz.
Considerado un instrumento aristocrático, lo tocan casi exclusivamente los hombres, generalmente para acompañar canciones con temas religiosos, e himnos Cristianos en situaciones no litúrgicas.