Los tambores de fricción sirven para imitar los sonidos de los animales salvajes, así como para simular la voz de los seres espirituales o las voces llamadas -enmascaradas-. Los iniciados lo consideran como un elemento de comunicación con el más allá y portavoz de las expresiones de los espíritus. También es considerado un objeto de poder, y muy valorado por su sonido profundo e inquietante.
Se encuentra en diversas regiones del mundo: Africa, América -centro y sur-, India y Europa. Posiblemente su origen está relacionado con los rituales religiosos.