El ensamblaje de cáscaras de frutos, trozos de calabaza, aros metálicos, conchas
para formar sonajas es muy habitual en Africa. Los bailarines las atan alrededor de sus piernas o de sus brazos, o bien las sujetan en sus vestidos. Los movimientos del cuerpo durante la danza provocan el entrechoque de los elementos que forman la sonaja, produciendo un ruido que sirve para marcar el ritmo. Y que, algunas veces, es su único acompañamiento musical.
Actualmente, las sonajas conservan aún una función mágica en las sociedades tribales.