Cuando un rey kuba accedía al trono se le construía un tambor para su uso exclusivo. Además de dibujos geométricos se tallaba, en el cuerpo del instrumento, una pequeña máscara y una mano, como símbolos tradicionales de la monarquía. La mano, también, constituye el emblema del guerrero.
El motivo de la mano cortada ikash se encuentra muy frecuentemente en la escultura ornamental de los objetos en uso entre los kuba. Sin embargo, antiguamente, ningún longomo o notable, podía ser admitido en la sociedad de los yolo o grandes señores de la guerra, si él no había matado a un enemigo. Para pasar la prueba, tenía que aportar en la ceremonia una mano del hombre que había matado, y presentarla a los notables de la sociedad. Esta se quemaba en el transcurso de la investidura e iniciación del nuevo yolo. La mano esculpida es el símbolo de la ceremonia y significa que el que posee ese tambor ha sido yolo de la tribu.