Durante siglos, el hombre ha desarrollado tanto la música como la expresión artística, llegando a vincularlas según sus necesidades. Las sociedades tradicionales no solo se limitan a la producción de instrumentos sonoros asociados a rituales y ceremonias concretas, a la transmisión del patrimonio cultural, al disfrute personal y ocio, sino que en muchas ocasiones la belleza artística del propio instrumento, con sus formas y elementos que sirven de ornamento, revelan el carácter y las costumbres de cada una de las culturas que les han dado vida. Para ello han creado objetos animados, a veces con formas extrañas, capaces de producir sonido y comunicarse con los ancestros. Son instrumentos dotados de espíritu y con un gran componente simbólico. Instrumentos que han sido capaces de provocar alegría o tristeza, comunicarse con el más allá, acompañar cantos y danzas, dirigir musicalmente los rituales…
La selección de los instrumentos expuestos pretende mostrar el objeto musical desde esta doble vertiente de identidad cultural: como utensilio artesanal que produce sonidos y como objeto artístico singular. De ahí el título de la exposición «Música Para Ver, Arte Para Oír», dos frases que reflejan al mismo tiempo las particulares funciones socioculturales de los instrumentos y sus atractivos valores estéticos. Una música que se debe mirar y unos objetos artísticos que hay que escuchar.
