Se toca por parejas, produciendo sonoridades claras, agudas, aunque estridentes en algunos momentos. Se destacan notablemente del resto del conjunto instrumental del monasterio en razón de su timbre. Los intérpretes deben aprender una técnica especial, la de la respiración circular, con la que consiguen mantener el sonido mientras respiran; pueden así tocar durante muchos minutos sin ninguna interrupción.
Se utiliza para acompañar al maestro religioso cuando va de sus aposentos a la sala de oración y regresa. Interviene en las ceremonias litúrgicas cotidianas. Así mismo en las procesiones que se realizan fuera del monasterio, con motivo de celebraciones de diferentes rituales.
Es sin duda de origen indio —su mismo nombre significa ‘flauta de India’—. Fue introducido en Tíbet en el s. XVII bajo el gobierno del quinto Dalai Lama (1617-1682).
