Son utilizados solos o junto al tambor -tocando simultáneamente o ligeramente desfasados- para puntuar el ritual de recitación y canción, así como para marcar los modelos rítmicos de la música instrumental y para acompañar el ritual de las danzas. Según la tradición oral, uno de los címbalos representa al "padre" y el otro al "hijo". El sonido producido es considerado violento, y por tanto el instrumento está frecuentemente asociado con los llamados dioses furiosos.
La interpretación está regida por precisas reglas expresadas en términos derivados del número de golpes. De la misma forma existe una terminología específica para indicar los métodos de golpeo, incluyendo tanto sonidos piano como forte y movimientos rotativos alrededor del borde de los címbalos.
